martes, 18 de febrero de 2014

HABLA EL P. PINAUD - PARTE 4


Es un poco larga, pero tiene el mérito de ser clara y admiro el valor de este joven sacerdote a quien le agradezco.

No creo equivocarme al decir que este cofrade solo recibió una respuesta, la que le dirigió Monseñor Tissier. Él le escribió que mi sentencia era nula pues la cooperación formal de la cual soy acusado, es inexistente.

Monseñor Tissier concluye poniendo en relevancia el tono de esta carta pero sin echárselo en cara a su autor, pues dijo: “En cuanto a mí, ¡yo no soy un candidato al suicidio!”

He aquí un juicio diferente, de un joven cofrade que tampoco es un candidato al suicidio:

Interrogado por uno de sus fieles que estaba asustado por la enormidad de la sentencia, la respuesta fue la siguiente: “Un tribunal de la Santa Iglesia romana ha juzgado, no tengo nada que agregar.”

Yo no sé si esta fórmula pasará a la historia, pero tal vez ella no es más que un signo de una prudencia humana, pues sabemos que los tiempos son peligrosos, no podemos decir en voz alta lo que pensamos cuando la represión del pensamiento llega hasta castigar la corrección de algunas faltas de ortografía. ¡Cosa jamás vista en toda la historia de la lengua francesa!
Finalmente, si Monseñor Tissier escribió a otros acerca de mi asunto, también me escribió a mí una carta firmada del 31 de diciembre de 2013, pero no supe de ella hasta el 27 de enero pasado, pues la vida de sacerdote SDF [sin domicilio fijo] no facilita el seguimiento de la correspondencia.
Les voy a leer algunos pasajes –y haciendo esto, imito a Monseñor Fellay que en su ajuste a la crítica del Padre Pivert enviada a los cofrades el 16 de enero pasado, cita un pasaje de una carta de Monseñor Tissier, pero imitaré a Monseñor Fellay con la diferencia que yo citaré los párrafos completos, sin cortarlos…
Esto es lo que me escribió Monseñor Tissier:
“Me parece, según los papeles que leí:
Que por su parte solo hay cooperación material y no formal en la redacción de la “carta de los 37” y no hay prueba de cooperación en su difusión.
Que la pena que le ha sido infringida debió estar limitada a un tiempo preciso o hasta el arrepentimiento, lo que no figura en la sentencia.
Que la pena debió tener en cuenta el tiempo de vigilancia sin apostolado que ya se le había infringido, es decir, su estancia en Jaidhof.
Que el ministerio público, o fiscal o procurador (es igual) de la casa general, no podía ser juez, según el adagio “nadie puede ser juez y parte”. Parece que el Padre Quilton ha cumplido estos dos oficios: él redactó el acta de acusación y fue juez también. El can. 1613 parece prohibir tal acumulación: « Judex cognoscendam ne suscipiat causam (…) in qua antea advocatum aut procuratorem egerit ». Si este canon no se refiere exactamente a este caso, se debe aplicar la analogía de derecho según el canon 20.
Finalmente, me parece que la acumulación en cuestión hace nula la sentencia.
Finalmente, sobre el fondo de la sentencia: ella lo empuja prácticamente a dejar la Fraternidad. Le suplico no hacer otra cosa que apelar esta sentencia.

Además, usted debió, a falta de abogado pues le fue recusado, escoger otro abogado, -el Padre Ramón Anglés hubiera sido uno excelente, o por lo menos que lo ayudara en la redacción de su defensio  un consejero canónico.

Si las primeras páginas de su défensio fueron excelentes, lo que siguió fue superfluo: usted hace el proceso de SER Monseñor Fellay, saliendo de su calidad de acusado y agravando su caso por los ataques que debió callar in Tribunali.

Este es mi consejo, Padre…”
No es más que un consejo, pero no carece de interés. El consejo de elegir al Padre Anglés como abogado fue evidentemente tardío para el 31 de diciembre de 2013, pero resulta que yo lo contacté, a su debido tiempo, al Padre Ramón Anglés, fue el 7 de julio de 2013…
El Padre Anglés fue uno de los tres abogados propuestos por mis jueces cuando rechazaron al Padre Pivert sin alegar motivo…
Esta proposición, porque venía de mis jueces no era para inspirarme confianza, -ustedes me comprenden- pero por el consejo de un cofrade de los más antiguos y que me aseguró las competencias jurídicas del Padre Anglés y sobre todo porque él no se dejaría contar por nadie y no se impresionaría por Menzingen, un domingo en la tarde decidí llamar a este cofrade tan amable.
El Padre Anglés se sorprendió al saber que el Tribunal lo designó como posible abogado con los padres [Denis] Puga y Laroche.
"Quién sea el imbécil que puso mi nombre en esta lista, lo hizo sin pensar. Yo no puedo ser su abogado pues soy el consejero jurídico de Monseñor Fellay. Y debo decirle, si usted está en la resistencia, esa no es mi taza de té, pues es necesario verdaderamente que se haga un acuerdo, si no terminaremos cismáticos. Mire a Monseñor Fellay, tiene más poder que el Papa. Esto ya no es sostenible. Yo renuncié a mi cargo de superior mayor porque no quiero avalar esto. Desgraciadamente el acuerdo no podrá hacerse con Monseñor Fellay, está completamente desacreditado. No puede pronunciar dos palabras sin sembrar la duda en toda la tierra”.

Sigue...